Latinoamérica, en especial Colombia y México, han sido víctimas, que no victimarios, de la fracasada política de guerra contra las drogas en la región, lanzada por Estados Unidos desde hace 50 años.
Frente a esto, los gobiernos de ambos países suscribieron el compromiso para emprender nuevos paradigmas en la atención a este flagelo basados no en atacar la oferta con militarización y “guerrillas”, sino las causas que llevan al consumo; además de sumar a esta lucha al resto de América Latina y el Caribe.
Al cerrar los trabajos de la Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Drogas, convocada por la administración colombiana y a la que se sumó la mexicana, los presidentes Gustavo Petro y Andrés Manuel López Obrador se refirieron, con sus matices, a la fallida estrategia de guerra para enfrentar el tráfico de drogas y la criminalidad generada por los cárteles trasnacionales.
“Se trata de cambiar el paradigma, reconociendo el fracaso de la guerra contra las drogas e identificando cuáles son los temas que debemos abordar con un nuevo paradigma”, subraya el documento suscrito por los dos gobiernos.
El presidente anfitrión rememoró que su nación fue el enclave donde hace cinco décadas, por dictado de Richard Nixon, Washington emprendió la estrategia prohibicionista y armamentista para atacar la oferta.
Hoy, la región sufre las consecuencias de esa política fallida que significó para Colombia una experiencia “sanguinaria y feroz”, pero que ha dejado un “problema americano” pues en este periodo ha dejado un millón de muertos y miles de detenidos por delitos ligados a la droga, sobre todo entre las personas de los sectores más vulnerables.
“La política llamada guerra contras las drogas ha fracasado, no sirve. Si la continuamos no vamos sino a sumar otro millón de muertos en América Latina, y vamos a tener más Estados fallidos y vamos a tener quizás la muerte de la democracia”, alertó Petro.
Por su parte, el presidente López Obrador celebró la iniciativa de su homólogo colombiano para convocar a esta Conferencia y dejó constancia que su gobierno acompaña y coincide con las conclusiones suscritas en un documento conjunto.
“Pienso que lo fundamental para enfrentar el flagelo de la drogadicción y de la violencia está en atender las causas, con un nuevo criterio, no pensar sólo en medidas coercitivas”.
Los dos líderes progresistas, los primeros con esa línea en gobernar sus países, coincidieron en que será a través del amor, del apoyo de la familia y de una renovación de los valores como se puede contrarrestar el problema del consumo, que se da sobre todo en las naciones que han avalado esa política de guerra, en especial Estados Unidos.
El documento surgido de las discusiones, donde participaron representantes de delegaciones de 17 países, especialistas, científicos, académicos y también líderes del campesinado, concluye varios puntos que buscan alternativas para la atención del problema de las drogas.
En un primer momento, la declaratoria conjunta reconoce el valor de las convenciones internacionales en materia de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, y su tráfico.
También se analizaron los acuerdos en los últimos encuentros internacionales y ver cómo se pueden ajustar a las nuevas prioridades.
Al dar lectura el escrito, la canciller mexicana, Alicia Bárcena, indicó que las dos naciones reiteran la necesidad de contrarrestar de manera integral las consecuencias del problema mundial de las drogas y las causas estructurales primarias de desigualdad, pobreza, falta de oportunidades y violencia.
“Dar prioridad al desarrollo, con énfasis en las poblaciones en situación de vulnerabilidad, con proyectos de vidas sostenibles y viables acordes con las realidades de nuestros países”.
También plantea fortalecer los factores de protección comunitaria pero, sobre todo, lograr el tránsito hacia actividades lícitas sin renunciar al compromiso internacional de afectar el tráfico ilícito de drogas.
Para cambiar el paradigma, se implementarán políticas para reducir la demanda a través de prevención universal, selectiva e indicada, con atención a la salud mental, a sus adicciones, a la intervención temprana, al tratamiento, a la atención, la rehabilitación, la recuperación y, sobre todo, afinar los programas educativos con campañas donde participen los propios jóvenes.
“Muy importante para todos y para México en particular, romper los nefastos vínculos entre el tráfico ilícito de drogas, la delincuencia organizada transnacional y, especialmente, el tráfico de armas de fuego y municiones, que son la otra cara de la moneda de la delincuencia”, señaló Bárcena.
Además de la “tala ilegal, la trata de personas, el tráfico ilícito de emigrantes, el lavado de activos y la corrupción”.
Especial énfasis pondrán en la protección al medio ambiente. “Por cada kilogramo de metanfetamina (que se produce), se generan 10 kilos de residuos químicos”.
Un punto más del documento es la necesidad de contar con la comunidad internacional.
“Denunciamos la estigmatización de nuestros campesinos y nuestros migrantes. No son traficantes, son trabajadores en busca de oportunidades”.
México y Colombia acordaron también crear un grupo de trabajo de seguimiento integrado por todos los Estados de la región, “con el fin de avanzar en una construcción reflexiva y ajustada a las realidades de cada país, para abordar el problema mundial de las drogas sobre la base de este documento. Y ojalá, crear una alianza latinoamericana antinarcóticos, como lo sugirió Bolivia.
“Se trata de construir una visión común a partir de las reflexiones de este grupo y llegar, por cierto, a la Cumbre Internacional de Drogas en 2025, con una visión común”.